FUNCION PATRONAL por Alcbiades Gonzalez Delvalle
• «Este
año tendremos una función distinta» vaticina el sastre, en los primeros párrafos de la novela, al ver pasar a Mary, una prostituta a quien ha conocido en la capital y que viene al pueblo con intenciones de ejercer su profesión.
• La novela nos cuenta lo ocurrido, a partir de ese momento, en un pueblo de campaña en la semana que precede a la función del santo patrono. No se distrae en la descripción de las escenas pintorescas que suelen amenizar las funciones patronales. En rigor, el pueblo nos parece un poco raro, imposible, y así tiene que ser, porque no existe. O, mejor dicho, sólo existe en la novela. Es una caricatura, una metáfora, que sugiere una realidad más amplia, más profunda, más compleja.
• El relato gira en torno a un viejo conflicto que divide a los habitantes en bandos antagónicos y que alcanza su desenlace, al menos provisorio, un día antes de la ceremonia principal.
• Se enfrentan dos corrientes de opinión agrupadas en torno a dos equipos de fútbol: el Sport Fariña y el Porvenir, el primero dirigido por ña Pastorita Gamarra y el segundo bajo la presidencia de Tío Ra. La rivalidad no se reduce a la emulación deportiva, sino que abarca todos los capítulos de la vida del pueblo. A través de las tribulaciones de una pintoresca galería de personajes, se van descubriendo las causas del antagonismo, que no son tan mezquinas e insignificantes como aparecen a primera vista.
• En el curso del relato se interpolan algunos episodios que parecieran no tener nada que ver con el argumento principal, como son, entre otros la historia del loco al que no le entran balas y la del payesero que no podía morir. Sin embargo, son como indagaciones, como incursiones en las profundidades, que nos dan indicios del sentido de la obra. El loco lanza una tremenda acusación y aterradoras amenazas dirigidas al fondo de la conciencia de sus interlocutores. El payesero insinúa, a través de su propio drama, que el pueblo sigue vivo solamente por un capricho de la muerte, que se hace la distraída.
• Sin embargo, el pueblo que nos describe la novela no está muerto. Los motivos que le dan vida y dinamismo parecen insignificantes. Un partido de fútbol, la llegada de Mary, las indiscreciones del compuestero [4] la absurda muerte de Rigó, el privilegio de vestir a San Lorenzo para la fiesta patronal, los globos de Tío Ra, lo mantienen en constante agitación. El Tío Ra ha reemplazado el espejo de su peluquería por un pizarrón, en que denuncia los abusos de las autoridades, movidas a su vez por los tejemanejes de ña Pastorita. Los argumentos y el lenguaje que se esgrimen en las disputas tienen un trasfondo satírico directo, que los hacen trascender la anécdota. En cuanto a Tío Ra, empecinado en enviar globos a otros mundos, consigue elevarse por encima de todas las limitaciones, miserias y derrotas, con un acto que tiene la sugerencia del símbolo.
• Función patronal está muy cerca de la corriente popular de nuestra literatura, pero ya fuera de su cauce. El lenguaje está lejos de ser pulido, literario, pero se adapta a su objeto. No emplea los giros del castellano popular, sino el idioma de los diarios, de las radios, de los discursos políticos y de circunstancia, lleno de frases hechas, enumeraciones, repeticiones y hasta vulgaridades. Con este desafinado instrumento el autor consigue crear un clima de irrealidad, que induce a pensar que el pueblito en cuestión, donde se desarrolla la novela, y cuyo nombre no aparece en ningún lado, extiende sus límites hasta abarcar el Paraguay entero.
• La novela deslumbra por su originalidad. Y tiene encanto, cualidad preciosa y poco frecuente en la literatura. El autor, dramaturgo y periodista, se lanza a la narrativa con total desparpajo, llevándose todo por delante. Su estilo descuidado, atropellado, avanza a empellones a través de hechos y más hechos sin dar respiro al lector, quien pronto advierte que esta acumulación caótica obedece
a una segura intuición que acaba por dar al relato su sentido completo. Como toda buena novela. «Función patronal» es una frase que comienza en la primera línea y se cierra en la última. Nada falta, nada sobra. Todo está dicho, y dicho de una manera ruda, directa, que puede hacer perder los estribos al menos pedante de los profesores de preceptiva literaria. Pareciera que el autor no quiere o no puede detenerse en tales fruslerías. En el fondo es un compuestero que echa mano a todo lo que tiene a su alcance con tal de que convenga a su historia o le sirva para completar un verso. La novela está cargada de humor y de vigor; de valiente testimonio y de intrépida denuncia. De Alcibíades González Delvalle puede decirse lo que Onetti dice de Roberto Arlt: no es un literato, es simplemente un escritor. Función patronal es un valioso documento de nuestra realidad vital y de la proyección de la misma en la literatura paraguaya, a la que creemos en camino de convertirse en una de las más ricas y originales de América. Como ya ocurrió con la generación del 900, es una palanca poderosa para la resurrección moral de nuestro pueblo.
• «Este

• La novela nos cuenta lo ocurrido, a partir de ese momento, en un pueblo de campaña en la semana que precede a la función del santo patrono. No se distrae en la descripción de las escenas pintorescas que suelen amenizar las funciones patronales. En rigor, el pueblo nos parece un poco raro, imposible, y así tiene que ser, porque no existe. O, mejor dicho, sólo existe en la novela. Es una caricatura, una metáfora, que sugiere una realidad más amplia, más profunda, más compleja.
• El relato gira en torno a un viejo conflicto que divide a los habitantes en bandos antagónicos y que alcanza su desenlace, al menos provisorio, un día antes de la ceremonia principal.
• Se enfrentan dos corrientes de opinión agrupadas en torno a dos equipos de fútbol: el Sport Fariña y el Porvenir, el primero dirigido por ña Pastorita Gamarra y el segundo bajo la presidencia de Tío Ra. La rivalidad no se reduce a la emulación deportiva, sino que abarca todos los capítulos de la vida del pueblo. A través de las tribulaciones de una pintoresca galería de personajes, se van descubriendo las causas del antagonismo, que no son tan mezquinas e insignificantes como aparecen a primera vista.
• En el curso del relato se interpolan algunos episodios que parecieran no tener nada que ver con el argumento principal, como son, entre otros la historia del loco al que no le entran balas y la del payesero que no podía morir. Sin embargo, son como indagaciones, como incursiones en las profundidades, que nos dan indicios del sentido de la obra. El loco lanza una tremenda acusación y aterradoras amenazas dirigidas al fondo de la conciencia de sus interlocutores. El payesero insinúa, a través de su propio drama, que el pueblo sigue vivo solamente por un capricho de la muerte, que se hace la distraída.
• Sin embargo, el pueblo que nos describe la novela no está muerto. Los motivos que le dan vida y dinamismo parecen insignificantes. Un partido de fútbol, la llegada de Mary, las indiscreciones del compuestero [4] la absurda muerte de Rigó, el privilegio de vestir a San Lorenzo para la fiesta patronal, los globos de Tío Ra, lo mantienen en constante agitación. El Tío Ra ha reemplazado el espejo de su peluquería por un pizarrón, en que denuncia los abusos de las autoridades, movidas a su vez por los tejemanejes de ña Pastorita. Los argumentos y el lenguaje que se esgrimen en las disputas tienen un trasfondo satírico directo, que los hacen trascender la anécdota. En cuanto a Tío Ra, empecinado en enviar globos a otros mundos, consigue elevarse por encima de todas las limitaciones, miserias y derrotas, con un acto que tiene la sugerencia del símbolo.
• Función patronal está muy cerca de la corriente popular de nuestra literatura, pero ya fuera de su cauce. El lenguaje está lejos de ser pulido, literario, pero se adapta a su objeto. No emplea los giros del castellano popular, sino el idioma de los diarios, de las radios, de los discursos políticos y de circunstancia, lleno de frases hechas, enumeraciones, repeticiones y hasta vulgaridades. Con este desafinado instrumento el autor consigue crear un clima de irrealidad, que induce a pensar que el pueblito en cuestión, donde se desarrolla la novela, y cuyo nombre no aparece en ningún lado, extiende sus límites hasta abarcar el Paraguay entero.
• La novela deslumbra por su originalidad. Y tiene encanto, cualidad preciosa y poco frecuente en la literatura. El autor, dramaturgo y periodista, se lanza a la narrativa con total desparpajo, llevándose todo por delante. Su estilo descuidado, atropellado, avanza a empellones a través de hechos y más hechos sin dar respiro al lector, quien pronto advierte que esta acumulación caótica obedece
